A la sombra del oso

Es frecuente que las novelas juveniles actuales sean apropiadas sólo para lectores entre los 14 y 19 años. Un adulto las encontraría flojas, superficiales, inadecuadas. No siempre fue así. Las grandes novelas clásicas que ahora consideramos juveniles, desde La isla del tesoro a Los viajes de Gulliver, pasando por Robinson Crusoe, fueron leídas con gusto por numeroso público adulto. Por suerte, aún no existía la etiqueta de “literatura juvenil”.

Esto es precisamente lo que ocurre con A la sombra del Oso, la novela para jóvenes que firma Regina Doman: los adultos la leerán con casi el mismo agrado que los jóvenes. El motivo parece obvio: es una buena novela.

Y es que la obra de Doman consigue conjugar varios elementos que, a primera vista, podrían parecer contradictorios. Por un lado es una novela con abundantes referentes literarios, empezando por su estructura paralela al cuento de los Hermanos Grimm Blanca Nieve y Rosa Roja y siguiendo por los guiños a Chesterton, Lewis o incluso sus referencias a la poesía. Pero al mismo tiempo es una trepidante novela de misterio que atrapa al lector y le deja sin aliento.

A la sombra del Oso es una novela católica en el sentido de que ofrece una visión católica del mundo y la vida en contraste con la secularización ambiente, pero al mismo tiempo habla de la realidad sin tapujos (camellos, drogas, intento de violación): es todo menos “ñoña”, sin ser explícita ni desagradable.

Y nos ofrece una galería de personajes muy bien definidos, en especial el trío compuesto por el misterioso Bear y las dos hermanas Rose y Blanche, con sus miedos y sus fortalezas, por los que no podemos sentir más que empatía y, de paso, reconocer que no podemos juzgar a nadie por sus apariencias.

En definitiva, estamos ante una espléndida novela, valiente y muy bien armada, que gustará a adolescentes maduros (quizás más a las chicas que a los chicos), jóvenes y adultos sin complejos.