En mis vacaciones familiares de agosto del año 1998 en Cantabria pasé, conduciendo yo, enfrente y de lateral por los pinos de San Sebastián de Garabandal. No quise detenerme y acceder a la población. Me limité a contemplar los pinos de pie sin aproximarme mucho a ellos. Estaba recién incorporado al paro, completamente barrido de mi trayectoria comercial en el sector asegurador. Padecía un rebote. Años más tarde, solo con mi esposa, otra vez lo mismo pasando por la carretera sin detenerme. ¡Me daba cierto repelús! He sido siempre un poco reacio a estas cosas.
¿Es que acaso no creo en los milagros y en las apariciones? En el fondo sí, pero… ¡pero que! Debo mucho de lo que soy a un jesuita cántabro de feliz memoria. He hablado de él en blog. Este artículo sobre él es mío y la fotografía la hice yo en su día. Siempre me decía, en mi adolescencia, el padre José María Alba Cereceda SI que Garabandal lo había marcado mucho en su vocación. Han pasado muchos lustros, soy abuelo y sigo recordando esto como si fuese ayer. Ha llegado el momento de destaparme un poco.
El omnipresente YouTube de mi teléfono móvil me sugiere cosas. Me ha sugerido una película de 1:35 horas. Película actual que he visionado desde mi pc a la calma. Película ilustrativa de unos hechos acaecidos a cargo de actores no profesionales. Película que relata muy bien los hechos. También he dado con un documental de la BBC del año 1980 de 35 minutos con testimonio oral de la vidente principal Conchita González Keena. Si en la última aparición del 13 de noviembre de 1965 ella tenía 15 años, quiere decir que me gana en edad. Yo entonces tenía 8. Es 7 años mayor que yo. La primera aparición tuvo lugar el 18 de octubre de 1961.
El documental de la BBC en blanco y negro lleva por título ¿Qué pasó en Garabandal? La vidente Conchita reside en Nueva York y es madre de 4 hijos. Creo que ella es la del centro de la imagen ilustrativa en la actualidad. En mis últimos escritos me pongo algo apocalíptico. No me retracto en nada. He recuperado la práctica de misa diaria a distancia. No es lo mismo que dentro del templo, pero en cierto modo sí. Hay que acostumbrarse a este cambio. La pandemia no será eterna.
Siempre cabe invadir el templo sin bozal para asistir al Santo Sacrificio de la Misa. Siempre cabe ir al encuentro del sacerdote para la confesión sacramental en el confesionario. Siempre cabe desafiar los estándares de comportamiento eclesial confinado, desafiando al silencio de la jerarquía episcopal. Siempre cabe asistir a misa en domicilio particular a modo de catacumba. De momento cabe perseverar en la asistencia a misa vía TV y vía YouTube. ¡Y en la comunión eucarística espiritual a distancia en la lengua y no en la mano!
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Hoy 14 de junio de 2020 es Solemnidad del Corpus Christi. En desconexión regional catalana he asistido a misa TV2. Hemos cantado el Pange Lingua al final ante la Custodia y los televidentes hemos recibido la bendición de Nuestro Señor. El ministro ha pedido oraciones Cáritas y ayudas económicas. Ha tenido presente a los voluntarios. Algunos como yo estamos confinados porque tenemos más de 60 años.
La asistencia diaria televisiva a misa permite verificar si el bozal está operativo. ¡Lo está! Por consiguiente Santo Sacrificio de la Misa a distancia sin bozal en mi cara por el tiempo pandémico de confinamiento eucarístico que la Divina Providencia tenga establecido.
Asistencia televisiva o asistencia por internet. Se puede elegir horario y canal. Se puede adorar y de rodillas en la Consagración. Se puede comulgar espiritualmente con intensidad. No me conviene ir al templo por ahora. ¿Sólo por razones escleróticas? Cuando yo vaya será con el bozal en mi bolsillo sin distancias de seguridad con nadie. El sacerdote, y no el ministro/a laico de la Sagrada Comunión, me tendrá que depositar la Sagrada Hostia en mi lengua y no en mi mano.
Son abrumadoras la cantidad de páginas web milagreras y apocalípticas del fin del mundo relacionadas con Garabandal. Los datos ciertos que he encontrado en Internet son dos: a) Conchita González González nació el 7 de febrero de 1949. Me lleva 8 y no 7. Tiene pues 71 años de edad. b) Enviudó de Patrick Keena el 31 de octubre de 2013. Me quedo con el testimonio del padre José María Alba Cereceda SI, cuyo vínculo está en mi artículo. Es un escrito muy ponderado de un gran religioso que vivió los hechos muy de cerca.
La asistencia televisiva o internáutica a misa carece del inconveniente «litúrgico» generalizado de visión eucarística. De rodillas puedes ver la Eucaristía en el momento de la Consagración. En vez de bozales en la boca y desinfección de manos, los señores ministros sacerdotes harían bien en recordar sistemáticamente en voz muy alta que en la Consagración se permanece de rodillas, a menos que una imposibilidad de enfermedad o de edad lo haga inviable. Mi esclerosis no me impide arrodillarme. Mi edad tampoco.
https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=37919 Este comunicado médico a los obispos de Austria se deberá tener en cuenta cuando yo pise un templo de nuevo en mi tierra.
Por fin he asistido a misa hoy lunes 6 de julio de 2020. En el templo del Cister de Santa María de Poblet a las 08 am. He comulgado de nuevo. En la lengua y no en la mano. Sin bozal yo. Sin bozal el monje que ha administrado la comunión al pueblo congregado (7-8 fieles) y que ostenta el cargo de Prior (Abad en la práctica). El Abad titular tiene menestres en Roma. Es el primer paso. Después he atendido el siguiente reportaje de 1 hora y media aproximadamente. «Garabandal, catarata imparable» https://vimeo.com/433075792
Corrección: El Padre Abad Octavi Vila es quien ha administrado la comunión al pueblo congregado.
Hoy martes 14 de julio de 2020 he asistido a misa de 09 en Rubí. Pocos feligreses como es habitual siempre y mucho espacio en los bancos. Por consiguiente mi mascarilla en la mano al entrar en el templo y colgada de mis orejas al salir de él. Dentro del templo mascarilla ¡¡¡yo no!!! Si es preciso elegiré bien los templos. La pandemia me ha motivado. Elegiré siempre la facultad de comulgar en la lengua de mi boca y no en mi mano. Soy teológicamente contrario a la comunión en la mano por razones doctrinales de siempre indiscutibles de mucho peso. Sin hacer el primo allá donde haya un sacerdote que no me respete esto. Conviene y mucho que el clero (todo él) entienda que hay laicos como yo. Amen.
¿Dice usted que vió los pinos desde el coche???