La conocida escritora, autora entre otros libros de la saga Harry Potter, lleva varios días recibiendo agresivos ataques. ¿Su crimen? Tuitear que «mujeres» es el término correcto, no «personas que menstrúan». Una afirmación de la que se ha negado a retractarse. Al contrario, cuando los activistas trans le exigían una disculpa, Rowling tuiteó un nuevo mensaje: «No es odio decir la verdad«.
No sólo eso, sino que incluso después de los ataques de los actores protagonistas de Harry Potter (que, por cierto, le deben todo a Rowling), la escritora, en lugar de callarse o disculparse, ha escrito un ensayo personal explicando sus puntos de vista sobre la ideología transgénero. Al hacerlo, se ha atrevido a expresar sentimientos que sin duda comparten millones de personas en todo el mundo, pero que muchos temen decir hoy en día, aterrorizados por la amenaza de sufrir penosas consecuencias si uno rompe con el discurso políticamente correcto.
Allí Rowling afirma lo siguiente:
«Me preocupa la enorme explosión de mujeres jóvenes que desean hacer una transición y también el número cada vez mayor de mujeres que quieren revertir esa transición (volviendo a su sexo original), porque se arrepienten de haber tomado medidas que, en algunos casos, han alterado sus cuerpos de manera irrevocable y les han arrancado su fertilidad.
Los testimonios de muchos jóvenes trans revelan un grupo de personas notablemente sensibles e inteligentes. Cuantos más relatos sobre la disforia de género leo, con sus perspicaces descripciones de la ansiedad, la disociación, los trastornos alimentarios, el daño a sí mismo y el odio a sí mismo, más me he preguntado si, de haber nacido 30 años después, yo también podría haber tratado de hacer una transición. La atracción de escapar de la feminidad habría sido enorme. Luché contra un TOC grave cuando era adolescente. Creo que fácilmente podría haber sido persuadida para convertirme en el hijo que mi padre había dicho abiertamente que prefería.
No basta con que las mujeres sean aliadas de los trans. Ahora se pretende que las mujeres debemos aceptar y admitir que no hay diferencia material entre las mujeres trans y nosotras mismas.
Pero, como muchas mujeres han dicho antes que yo, «mujer» no es un traje de quita y pon. «Mujer» no es una idea en la cabeza de un hombre. «Mujer» no es un cerebro rosado, un gusto por Jimmy Choos o cualquiera otra de las ideas sexistas que ahora se promueven como si fueran progresistas. Además, el lenguaje «inclusivo» que llama a las mujeres «menstruadoras» y «personas con vulvas», a muchas mujeres les parece deshumanizante y degradante.
Así que quiero que las mujeres trans estén a salvo. Pero al mismo tiempo, no quiero que las niñas y las mujeres que han nacido como tales estén menos seguras. Cuando se abren las puertas de los baños y vestuarios a cualquier hombre que crea o sienta que es una mujer – y, como he dicho, los certificados de confirmación de género pueden ser concedidos sin necesidad de cirugía u hormonas – entonces se abre la puerta a todos los hombres que deseen entrar. Esa es la simple verdad.
El sábado por la mañana leí que el gobierno escocés está poniendo en práctica sus controvertidos planes de reconocimiento de género, lo que significará que todo lo que un hombre necesita para «convertirse en mujer» es decir que lo es. Para usar una palabra muy contemporánea, me sentí «provocada». Atacada implacablemente por los activistas trans en las redes sociales, pasé gran parte del sábado en un lugar muy oscuro dentro de mi cabeza, ya que los recuerdos de una grave agresión sexual que sufrí cuando tenía veinte años se repitieron en un bucle. Esa agresión ocurrió en un momento y en un espacio en el que yo era vulnerable, y un hombre aprovechó una oportunidad. No podía dejar de lado esos recuerdos y me resultaba difícil contener mi ira y mi decepción por la forma en que creo que mi gobierno está jugando a la ligera con la seguridad de las mujeres y de las niñas«.
Uno de los rasgos de «Harry Potter» es su enorme valentía para enfrentarse a Lord Voldemort. Parece que J.K. Rowling no desmerece cuando se la compara a su creación literaria.
