La comunidad de San Egidio ha publicado un manifiesto titulado ‘Sin ancianos no hay futuro‘ en el que hace un llamamiento para re‐humanizar nuestras sociedades y para oponerse a la instauración de una sanidad selectiva.
«Durante la pandemia del Covid‐19 los ancianos están en peligro en muchos países europeos. Las dramáticas cifras de muertos en residencias hacen estremecer», así de categórico empieza el manifiesto, que recoge la misma preocupación que e-Cristians planteó en su llamamiento a la sociedad por la trágica situación de las personas de más edad en el sistema sanitario de Cataluña, del 9 de abril.
El texto asegura que habrá que revisar «muchas cosas en los sistemas sanitarios públicos y en las buenas prácticas necesarias para llegar a todos y curarlos con eficacia, y para superar la institucionalización» y se muestran preocupados por » las tristes historias de mortaldades de ancianos en residencias».
«Se está abriendo paso la idea de que se pueden sacrificar sus vidas en beneficio de otras. El papa Francisco lo define como «cultura del descarte»: privar a los ancianos del derecho a ser considerados personas relegándolos a ser solo un número y, en algunos casos, ni siquiera eso», afirma el texto.
La sanidad selectiva de «muchos países»
Los firmantes aseguran que en muchos países, ante la necesidad de atención sanitaria «está surgiendo un modelo peligroso que fomenta una «sanidad selectiva» que considera residual la vida de los ancianos». Esa sanidad selectiva que denuncian dialoga muy bien con la cultura de la muerte que propugna la eutanasia, precisamente un fenómeno que está siendo impulsado en España por el Gobierno del PSOE y Podemos a través de una propuesta de Ley que ya se encuentra en trámite parlamentario.
El manifiesto denuncia que «su mayor vulnerabilidad, su avanzada edad y el hecho de que pueden ser portadores de otras patologías justificarían una forma de «elección» a favor de los más jóvenes y de los más sanos«. Sin embargo, «resignarse a una solución de este tipo es humana y jurídicamente inaceptable».
«No se puede avalar -prosiguen- ningún «estado de necesidad» que legitime o dé cobertura al incumplimiento de dichos principios. La tesis de que una menor esperanza de vida comporta una reducción «legal» del valor de dicha vida es, desde un punto de vista jurídico, una barbaridad. Que eso se produzca a través de una imposición (del Estado o de las autoridades sanitarias) ajena a la voluntad de la persona representa un intolerable atropello añadido de los derechos de la persona».
El manifiesto, está firmado por personalidades relevantes de diferentes ámbitos de la filosofía, la política, las organizaciones supranacionales y la docencia, entre otros.
Algunos de los firmantes, listado que aún se mantiene abierto son, el filósofo alemán Jürgen Habermas, el profesor de sociología de la Universidad de California Berkeley Manuel Castells, la escritora británica Simonetta Agnello Hornby, la exdirectora general de la UNESCO Irina Bokova, el expresidente del Parlamento europeo Hans Gert Pöttering, el expresidente de España Felipe González Márquez, el arzobispo de Bolonia cardenal Matteo Zuppi, la periodista portuguesa Maria Antónia Palla, o la exministra federal alemana de Educación e Investigación Annette Schavan.
«La aportación de los ancianos sigue siendo objeto de importantes reflexiones en todas las culturas. Es fundamental en la trama social de la solidad entre generaciones. No podemos dejar morir a la generación que luchó contra las dictaduras, que trabajó por la reconstrucción después de la guerra y que edificó Europa«, asegura el texto.
Por todo lo expuesto anteriormente, los firmantes creen «que es necesario reafirmar con fuerza los principios de igualdad de tratamiento y de derecho universal a la asistencia sanitaria conquistados en los últimos siglos». «Es el momento de dedicar todos los recursos que sean necesarios para proteger el mayor número de vidas posible y para humanizar el acceso a la atención sanitaria para todos. Que el valor de la vida sea siempre igual para todos», ya que «quien rebaja el valor de la vida frágil y débil de los más ancianos, se prepara para desvalorar todas las vidas».
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