En mi noviciado, tuve un buen padre maestro.
Una vez fui a su celda: «Tengo miedo de estar cogiendo una neurosis», le dije. «Bueno, ¿y qué? Dios sabe lo que le conviene». Quedé pacificado.
Antes que de pan, tenemos necesidad de sentido. Las cosas importantes se descubren a los 40 años, las muy importantes a los 60, y las importantísimas a los 70.
Un cardenal santo decía: «Ahora comienzo a…» Tenía 87 años.