(Vatican News).- Es con especial fuerza que el Papa Francisco ha emitido una invitación para participar espiritualmente en el momento de la oración que presidirá el viernes 27 de marzo. Frente a una plaza de San Pedro vacía, pero «llena», con la presencia espiritual de los fieles que seguirán a través de los medios de comunicación, desde el atrio de la Basílica de San Pedro, el Papa dará con el Santísimo Sacramento la bendición «Urbi et Orbi», a la que se adjuntará la posibilidad de recibir la indulgencia plenaria, «según las condiciones previstas por el reciente decreto de la Penitenciaría Apostólica», anunció la Oficina de Prensa del Vaticano. Bendición eucarística «Urbi et Orbi»
Ciertamente, se trata de un evento extraordinario presidido por el Papa, en un momento particular, cuando el mundo cae de rodillas por la pandemia. Un momento de gracia extraordinaria que da la oportunidad de vivir este tiempo de sufrimiento y miedo con fe y esperanza.
La bendición con el Santísimo Sacramento se da normalmente al final de la Adoración Eucarística, que tiene sus orígenes hacia finales del 1100 y a principios de 1200 en Bélgica. El Papa Urbano IV lo sabía y estableció en 1264 la solemnidad del Corpus Christi para la Iglesia universal. El año anterior hubo el milagro eucarístico de Bolsena. Fue entonces alentada por el Consejo Ecuménico Tridentino.
La Bendición «Urbi et Orbi», que normalmente se da después de la elección del Pontífice, el día de Pascua y Navidad, es propia del ministerio petrino, porque, recuerda el liturgista padre Arturo Elberti, se refiere a la ciudad de Roma, como obispo de la diócesis, y al mundo, como Sumo Pontífice. Y es una bendición a la que se adjunta la indulgencia plenaria.
Indulgencia plenaria
«La indulgencia es la remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, ya perdonados en cuanto a la culpa, que los fieles, debidamente dispuestos y bajo ciertas condiciones, adquieren por la intervención de la Iglesia, la cual, como ministro de la redención, dispensa y aplica con autoridad el tesoro de la satisfacción de Cristo y de los Santos», dice el Catecismo de la Iglesia Católica. La Iglesia tiene el poder de perdonar todos los pecados, pero hay consecuencias de estos pecados en esta vida y en la otra, explica el biblista Don Francesco Voltaggio. Por un lado, está la gravedad del pecado que causa heridas en nosotros y en los demás y por otro lado está la referencia a la gracia de Cristo y a los méritos de los santos: «así como en el pecado hay influencia en los demás, también hay solidaridad en la santidad, porque el fundamento es la comunión de los santos», subraya. En algunas ocasiones, por autoridad de la Iglesia, estos tesoros son por lo tanto «desbloqueados» y se aplican a los fieles con la debida disposición. Esta indulgencia plenaria puede aplicarse tanto a uno mismo como al difunto.
La indulgencia plenaria se llama así porque perdona todas las consecuencias del pecado a diferencia de la indulgencia parcial. En este momento, la indulgencia plenaria se concede según el reciente decreto de la Penitenciaría Apostólica, que prevé la posibilidad de recibirla en forma extraordinaria respecto a lo que se requiere ordinariamente, particularmente en lo que se refiere al sacramento de la confesión y la Eucaristía. Esta gracia se concede tanto a los fieles que sufren del Coronavirus como a los que los asisten, en primer lugar, a sus familias y a los trabajadores sanitarios, y a todos los fieles que rezan por los enfermos, en condiciones ligeramente diferentes, ilustradas en el decreto de la misma Penitenciaría. «Es una gracia que responde al momento que todos vivimos, para ayudar a todos a descubrir que Cristo se hace presente en la enfermedad, en el miedo y en la debilidad del hombre, como el buen samaritano», subrayó el canonista Don Antonio Interguglielmi.
El regalo de la misericordia
La Iglesia siempre ha acudido en ayuda de los hombres en tiempos de dificultad, «concediendo el mayor don que es la Misericordia y el Perdón, y esto también con la concesión de indulgencias especiales en ocasiones de guerra y sobre todo de peste», recuerda don Interguglielmi. En este sentido «se inserta el trabajo de los fieles, pensemos en los miembros de las Cofradías de la Buena Muerte, que tenían la tarea de dar una digna sepultura a las víctimas de la peste abandonadas en las calles: éstas recibían indulgencias especiales en virtud de su trabajo. O, en tiempos más recientes, capellanes militares comprometidos en el frente, que absolvían los pecados de los moribundos y concedían indulgencias en la articulis mortis», explica.
Y para acompañar este momento especial de oración estará el icono de la Salus Popoli Romani y el Crucifijo de la Iglesia de San Marcello al Corso, las dos imágenes que el Papa fue a venerar el domingo 15 de marzo precisamente para invocar el fin de la pandemia. Dos imágenes, ambas vinculadas a la oración por el fin de las epidemias. Dos imágenes que expresan el amor totalmente entregado y que piden levantar los ojos al cielo y tener fe.
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Hoy a las 18h: El Papa dará la bendición Urbi et Orbi con posibilidad de obtener la indulgencia plenaria Share on X