Mientras en Canadá se ha puesto en marcha el dispositivo legal de la eutanasia “a la demanda”, en Holanda está a punto de ser aprobada una “idea” lanzada hace cuarenta años por el juez de Tribunal Supremo Huib Drion: la pastilla “de la vida acabada”.
Se trata de una “pastilla letal” que los mayores de setenta años que ya estén cansados de vivir podrán tomar a libre demanda, sin una prescripción médica y sin tener un justificativo por problemas relacionados a la salud.
Esta es la noticia. No nos sorprende en absoluto. Como ya hemos escrito antes sobre este tema:
“Lo anunciamos en su momento. Era evidente que esto sucedería y finalmente se acaba de producir. En nuestro artículo publicado en febrero de 2016, expresábamos que: “Lamentablemente en este país, al igual que en su vecino Holanda, el valor de la vida humana se ha “cosificado” a tal punto que se considera “algo” disponible a voluntad, no solo cuando se padece una enfermedad, sino que, por lo visto en el presente caso, también por la simple voluntad de cualquier persona, incluso sana.”
“En esa misma línea de acción, estos países no solo tienen legalizados la eutanasia y el “suicidio asistido” para personas mayores de edad sino que han llegado al extremo de habilitar el procedimiento también para personas menores de edad, violando la patria potestad o la tutela sobre ellos, en su caso.”
“Ahora se desató la polémica otra vez en Bélgica, que al igual que su vecina Holanda tienen legalizado el suicidio asistido, después de que se pretendió justificar una eutanasia realizada sin permiso del paciente, lo cual es mucho más grave, y sin una segunda opinión médica. Un miembro de la Comisión de Control de la Eutanasia dimitió asegurando que “no cumple su papel” y que “se erige en juez”.
La vida humana pasó a ser una cosa, una mercancía, de la que el hombre puede disponer a su antojo cuando en realidad es un don recibido del Creador y del cual los seres humanos no deberían disponer.
La conclusión es la de siempre: mientras no se respete la sacralidad de la vida humana, en forma integral desde la concepción hasta la muerte natural, como lo ha proclamado recientemente el presidente de Estados Unidos de América Donald Trump en la Marcha por la Vida, seguirán sucediendo situaciones como la que narra este artículo. Porque los avances científicos que no se acompasan de la ética, como reclamaba San Juan Pablo II, generan estos problemas.