El pasado 21 de enero el Consejo de Ministros aprobó la “declaración de emergencia climática y ambiental en España”. A juicio del grupo conservador Qveremos en su último editorial, la declaración, “basándose en un supuesto “consenso científico”, impulsa medidas dudosamente relacionadas con el tema, como una asamblea ciudadana paritaria, la transformación del sector financiero, o la reducción de la desigualdad entre hombres y mujeres”. Ello lleva, además, a “generar un clima de miedo y una sensación de perentoriedad” que permite al Gobierno “justificar sus políticas intervencionistas de forma superficial, omitiendo los debates de fondo”.
Frente a esto, Qveremos propone que el debate sobre las políticas climáticas parta de una auténtica discusión científica, que no se puede sustituir por un consenso generado artificialmente y patrocinado por grupos de presión. Y es “la ciencia no funciona por consenso. La ciencia, de hecho, es por completo independiente del consenso, pues la realidad científica es o no es, independientemente de cuánta gente la siga”. Basta recordar a Galileo y su relación con el consenso, aseguran.
Lo más grave es que, a partir de la declaración, se anuncian muchas medidas que difícilmente se integran de forma clara en lo que realmente puede llamarse “lucha contra el cambio climático”, y menos aún como medidas de emergencia. Propuestas que en realidad pretenden “la ejecución de prácticamente todo el programa de transformación social de la izquierda”, usando la emergencia climática como pretexto para censurar todo disenso.
El comunicado termina recordando la necesidad de “un debate político honesto, en el que se reconozca que las medidas que se pretenden implementar tienen un coste” y pide que el debate político en la cuestión climática atienda a las evidencias científicas, aceptando que en el debate científico lo importante es la demostrabilidad de las tesis.