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Un estudio afirma que a más estatus de la mujer, más violencia machista, ¿es así?

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Un estudio de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona sostiene que las mujeres que tienen mayor estatus que sus parejas varones estarían más expuestas a la posibilidad de ser víctimas de la violencia machista.

El investigador principal es Jorge Rodríguez Menés y, aunque el estudio no está concluido, sostiene que sus datos reflejarían una paradoja con respecto a las teorías predominantes, que sería que una asimetría de estatus favorable a las mujeres provocaría que los hombres estarían más inmersos en una cultura patriarcal y serían más proclives a ejercer la violencia machista.

El profesor asegura que esos hombres “quieren restaurar el sistema patriarcal de dominación”, y eso, a su juicio, sería la razón por la que la igualdad, según él, no avanza.

La investigación estudia el historial “delictivo y victimológico de una cohorte completa de parejas” donde ellas han sufrido violencia machista y se estaría analizando la influencia de la edad, el nivel educativo, la situación laboral y si se es o no nativo.

“La violencia actúa como un instrumento clave –prosigue– que algunos hombres utilizan para corregir el desequilibrio en la balanza cuando ellas tienen más poder”.

Tipo de vínculo y creencias, las claves reales

Sin embargo, existe abundante literatura científica que rebate las conclusiones de ese estudio. En 2011, por ejemplo, un estudio del Instituto de Estudios del Capital Social de la Universidad Abat Oliba CEU, cuestionaba con sus conclusiones sobre el maltrato en la familia las tesis de la ideología de género.

En ese sentido, el estudio ‘Jóvenes, mujeres, mayores: el maltrato en la familia’ analizaba también las causas profundas de la violencia machista y concluía que “pueden señalarse tres componentes estructurales del feminicidio”: la “debilidad del vínculo” en la pareja, las “patologías personales” que afectan a alguno de sus miembros, y el “sistema de creencias” propio de ese núcleo familiar.

Además, el estudio determinaba que las causas objetivas que tienen mayor incidencia en el feminicidio de pareja son “la ruptura de la relación: hasta un 45% de casos se explican por este único motivo”, y “la naturaleza inmigrante de la mujer”, ya que “su tasa de feminicidio es 5 veces superior a la autóctona”. Algo parecido sucede con la nacionalidad del agresor, “cuya tasa resulta mucho más alta entre los inmigrantes, del orden de 4 a 8 veces mayor”.

El estudio insistía en que, cuando se habla de las causas del feminicidio, “el primer componente es la debilidad del vínculo, que se deriva en su propensión a la ruptura”.

Así, “el feminicidio de pareja está estrechamente unido a la pareja de hecho, de forma que en éstas se producen nueve veces más casos que en los matrimonios. A menor estabilidad, mayor riesgo de homicidio, y las parejas de hecho son mucho más proclives a la separación que los matrimonios, y en éstos, los civiles más que los católicos”, añadía el estudio.

En cualquier caso, “la ruptura constituye una explicación central y necesaria de los feminicidios”, aunque no es la única razón de la violencia machista. También “la desestructuración familiar vinculada a la inmigración, que completa el proceso formando una pareja de hecho en España, explica la prevalencia de la inmigración”.

“El segundo componente estructural es constante pero poco numeroso: patologías personales”. El estudio aclaraba que este factor “constituye la constante del sistema, y puede estar presente en un máximo de 1 de cada 300.000 vínculos”.

“El tercer componente radicaría en el sistema de creencias, en el sentido de que los católicos practicantes constituirían un factor de protección en relación a la violencia debido a su mayor estabilidad matrimonial y el sistema de valores inscrito en ellos”, destacaba el informe.

Al mismo tiempo agrega que “posiblemente en el extremo opuesto se encontraría el indiferentismo, ocupando las creencias agnósticas y ateas una posición intermedia entre aquél grupo y los católicos”.

El estudio advertía de que “estas tres conclusiones no guardan relación alguna con la explicación oficial sobre la fundamentación de la violencia contra la mujer basada en la perspectiva de género que ha inspirado la legislación española, y que ayuda a entender el porqué del rotundo fracaso de la política aplicada”.

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