El coste de la promiscuidad tiene su reflejo en las estadísticas que marcan las fluctuaciones de los contagios por Infecciones de Transmisión Sexual (ITS). Un coste muy ligado a la sexualización de la sociedad sin acertadas políticas de educación sexual y a la falsa percepción de seguridad que ofrecen métodos anticonceptivos como el preservativo o, incluso, la píldora del día después.
La realidad es que en Barcelona, por ejemplo, las últimas cifras del Ministerio de Sanidad arrojan un panorama rotundo: se han disparado las ITS.
Según las cifras, aunque los contagios por VIH han decrecido en un 10,5%, el resto de ITS como son los de gonorrea, sífilis y clamidia continúan desbocados, especialmente en los hombres. Y en esto las cifras también son rotundas: especialmente en los hombres que mantienen relaciones homosexuales.
Así, la tasa de sífilis por cada 100.000 habitantes entre los hombres ha llegado a 161,9 casos, un 158% más que en 2015. La gonorrea, también en ellos, también se ha cuadruplicado en ese mismo período (273,3 casos por 100.000 personas) y la clamidia muestra una clara tendencia al alza en ambos sexos con una tasa de 163,7 casos.
Incremento de las ITS por la percepción de riesgo
Los expertos también son tajantes en esto, no tienen dudas, el motivo de este incremento desaforado de las ITS es debido a la progresiva falta de percepción de riesgo.
El preservativo genera una sensación de falsa seguridad, un fenómeno estudiado y documentado que genera sensación de seguridad si se usa y que por ello provoca un mayor de riesgo. Es, por ejemplo, lo que sucede cuando algunos conductores, al llevar el cinturón de seguridad puesto, tienen a circular a mayor velocidad porque sienten esa sensación de falsa seguridad.
En el caso del preservativo sería cierto que baja el índice de riesgo si su frecuencia de uso fuera la misma que si no se usara. Sin embargo, está comprobado también que el preservativo provoca un mayor número de exposiciones a conductas sexuales de riesgo precisamente por esa falsa sensación de seguridad.
“Todo el mundo sabe lo que son y no ven mayor importancia. Se ha perdido el miedo al contagio”, valora Toni Trilla, jefe de epidemiología del Hospital Clínic. Coincide Joan Colom, subdirector general de Drogodependencias de la Generalitat: “Es verdad que, igual que en Europa, existe una disminución de la sensibilización con medidas de protección, como el uso del preservativo. Pero también influyen otros factores, como la mejora de la declaración de los casos. Además, ahora la gente tiene más parejas y relaciones más frecuentes de las que podía haber hace años”.
“Se usa menos el condón por una disminución de la percepción de riesgo y una falta de campañas de promoción de su uso. Además, hay un cambio de conductas sexuales por el uso de aplicaciones móviles y el uso de drogas”, apunta el investigador Oriol Mitjà.
En el apartado de las cifras, y como consecuencia de esa falsa sensación de seguridad, Barcelona registró 1.364 casos de sífilis y 2.470 de gonorrea en 2017. La mayoría, en hombres que tienen sexo con hombres. La clamidia también ha aumentado y crece un 73% entre 2015 y 2018 (2.687 infecciones). En este caso, no obstante, la mitad de los nuevos diagnósticos son mujeres.
En ese sentido, también se sienten preocupados los expertos sobre la llegada de la profilaxis pre-exposición (PrEP), el antirretroviral preventivo para evitar nuevas infecciones de VIH entre colectivos que tienen prácticas de riesgo.
“Cualquier cosa que reduzca la percepción de riesgo requiere hacer una vigilancia selectiva de las ETS para ver qué pasa”, apunta Trilla. La PrEP no protege de otras ITS y, según la dinámica identificada con anterioridad de falsa seguridad, podría dar pie al incremento de otras ITS.