Observa que surgen a nivel global movimientos revolucionarios que todos indican que estamos al final de un ciclo. Fíjate cómo se ve todo orquestado en el planeta Tierra como en un guisante, con esos movimientos que se advierten hace tantos años, pero que se están acelerando: que si “interrupción voluntaria del embarazo” en lugar de aborto, que si “muerte digna” en sustitución de eutanasia, la proscripción de la familia como institución básica de toda sociedad sana, la ideología antinatalista para frenar el cambio climático…, todo un nuevo ideario con un vocabulario propio que, con la excusa de no herir susceptibilidades, ahora se indica y se impone como “políticamente correcto” y, si no eres políticamente correcto, te proscriben hasta de tu familia.
Más allá de si unos tienen razón y otros no, están los nacionalismos, unos más descabellados que otros, en una carrera en la que se trata de crear confusión: “Divide y vencerás”, dice el proverbio. Están también los radicalismos, los personalismos del “hago lo que me sale, lo que siento y como lo siento, quiero reconocimiento público de mi condición, que varía como variamos yo y el tiempo”: tenemos ahí, de plano, la ideología de género y el transhumanismo que ya va llegando.
Son todo numerosos, y cada vez más, movimientos globales, no solo de un territorio concreto, sino que abarcan, como novedad, el planeta entero, con lo cual tufa a que todos están orquestados por una instancia superior, con mano negra: El movimiento que avanza irreversible hacia el Nuevo Orden Mundial que quieren imponer para someter y dominar, aprovechando que los hay que quieren la revolución porque no tienen nada y por eso piensan que no tienen nada que perder.
Para ser fieles a la verdad de las cosas, debemos reconocer también los signos de los tiempos muy positivos y prometedores que hay en nuestras sociedades. Muy a pesar de lo cual, “eso que dices es una engañifa”, protestan algunos, “porque no existe ese tal gobierno mundial para que alguien pueda orquestar esa ideología”. Ten paciencia. Pero, sobre todo, abre bien los ojos. Mira bien. Verás que poco a poco se va planteando como cierta la necesidad de una instancia superior que coordine los hasta ahora inéditos problemas globales que enfronta y enfrenta la Humanidad actual y, si seguimos así, las generaciones inmediatas. Yo también defiendo, como defiende el Papa Francisco, esa instancia superior, llámese gobierno o como se quiera, pero auténticamente democrática y transparente, y solo si sirve al hombre para servir a Dios. Tomando al hombre con vocación de eternidad en Dios Padre Creador, como un fin y no como un medio. Eso segundo, el usar al ser humano como medio, lleva al dominio del hombre por el hombre, el poderoso de la casta de primera categoría contra el pobre y miserable de segunda, ostentadores del poder por el poder y el dinero por el dinero, aun a costa de cargarse diversas culturas. Son las llamadas estructuras de pecado, donde cada pecado que es vivido como inevitable genera otros muchos pecados.
Ahí tienes la amenaza del uso y consecuencias de la implantación de las nuevas tecnologías y el nuevo modelo de comunicación entre humanos, que, con su absoluto virtualismo, tiende ya ahora al inminente internet de las cosas, con el que todos (los que quieran por falta de ética o puedan por su nivel económico) lo haremos todo tan solo por acción de nuestro pensamiento, con unas gafas o con un chip injerto en nuestro cuerpo, para poder vivir, a condición de servir al Señor del Mundo. Llega por ahí la manipulación de las conciencias. Y ahí tenemos la marca de la Bestia del Apocalipsis “en la mano o en la frente” que profetiza san Juan en el Apocalipsis (Apc 13,16-17).
Y ¿quién ha de ser ese Señor del Mundo? Será el Gran Líder aclamado por unanimidad por los Líderes Intermedios que han de conducirnos a una falsa paz mundial tras haber sido elegidos por el pueblo, dirán, puesto que esos líderes habrán sido quienes eligieran al Gran Líder. ¿Por qué llegarán al poder los Líderes Intermedios? Por manipulación, eso es, por falsa democracia –porque ya vemos que hay democracias que son auténticas dictaduras que imponen el deseo y los caprichos de las minorías sobre la mayoría.
Y ¿por qué el pueblo (más bien, entonces, populacho) habrá elegido semejante engendro? Fácil: Será presentado y será visto como el Gran Defensor, el portador de la paz, después de la Tercera Guerra Mundial. “¿Guerra Mundial? ¿Tercera? ¡Pero qué dices! ¡Tú estás iluminado! ¡A n-a-d-i-e le interesa una guerra!”, me remarcas. Recuerdo que la Virgen del Remei (Virgen del Remedio, en catalán, aparecida en Sant Vicenç dels Horts, Barcelona), allá por el tercer cuarto del siglo XX, avisó por medio de su vidente de que la Tercera Guerra Mundial, si el hombre insistía en su soberbia y no volvía a Dios, empezaría por una chispa que saltaría en Catalunya, porque “se les escaparía de las manos” no recuerdo qué a las autoridades. Y vemos que algunas autoridades democráticas ya están pidiendo “mayores sacrificios” al pueblo de Catalunya. Así que, con el Señor del Mundo colocado en la cima, tendremos al Anticristo que anuncia el Apocalipsis.
Resultará ser ese Anticristo el líder que a manos de un pequeño grupúsculo de entre los judíos, promotores del judaísmo esotérico y que se sienten los elegidos, con razón, habrá llegado al poder mundial, y someterá al mundo. Es un grupúsculo corrupto que ya hace siglos manipula organizaciones secretas que actúan con mano negra. Los judíos son, sin duda alguna, como afirma la Biblia, el Pueblo Elegido por Dios en su Alianza con Abraham, pero no los dueños del mundo; y los que de ello se sienten, se equivocan. Ese grupúsculo habrá perdido la razón al aclamar al Señor del Mundo, como si fuera Él el Elegido, el Mesías que esperan. (No olvidemos que fue solo un grupúsculo selecto de las autoridades del pueblo judío –y ni siquiera todas ellas- el que provocó –por soberbia y envidia- la crucifixión de Jesucristo. No obstante, como era una parte y de un tiempo concreto, no cabe hablar de ninguna de las maneras de antisemitismo, como sentenció Juan Pablo II y creo recordar que también Francisco).
Tras un tiempo en que actuará con diabólica maldad cada vez más, incluso en contra del Pueblo Elegido –pues no en vano será el Anticristo, personificación de Satán-, ese animal será puesto en duda por sus propios aclamadores, que verán claro su error, y advertirán que todo había sido anunciado por Jesucristo, y que de verdad Él debía ser el Mesías Salvador esperado auténtico. Entonces, el “pequeño resto” fiel de los cristianos que queden de entre los habitantes de la Tierra, como nos asegura la Biblia en diversos lugares del Antiguo y Nuevo Testamento, vivirán la apoteosis final: después de grandes calamidades ecológicas y cosmológicas, provocadas por el mismo hombre con su afán de suficiencia, vendrá Jesucristo, “testigo Fiel y Veraz” (Apc 3,14; 19,11), “con gran poder y majestad sobre las nubes del cielo” (Cfr. Lc 21,27; Mt 14,62; Dan 7,13-14), derrotará a su Gran Adversario, y reinará desde Jerusalén, “que es la ciudad del Gran Rey” (Mt 5,35), sobre toda la Humanidad. Será el Rey de Reyes y Señor de Señores (se menciona en toda la Biblia, en 1 Tim 6,15 y Apc 17,14; 19,16), y establecerá el bendito Reino de Dios en la Tierra. Él derrotará el consumismo del desarrollismo de la cultura de la muerte que estamos viviendo y que nos está llevando a absorber todas las reservas de bienes y recursos naturales, de manera apresurada patológicamente con nuestra cultura tecnológica virtualista y prepotencia imperialista. Tras ella, el Redentor de la Humanidad implantará la cultura de la vida.
Hasta ahí, el devenir que nos espera en el tiempo que estamos ya viviendo y que Jesucristo y el Apocalipsis denominan “Fin de los Tiempos”. Posteriormente, después de un período de gran paz, amor y bondad, el hombre volverá a hacer el soberbio, y, todavía no sabemos cómo, llegará el Fin del Mundo. Solo quedarán Cielo e Infierno, por toda la eternidad, aunque temporalmente unos pasarán por el Purgatorio. El Infierno será de un fuego espiritual enloquecedor y el Cielo será numinosa Paz, Amor, Alegría y Belleza. Dios habrá tenido, como siempre, la última Palabra. No olvidemos que ya nos lo anunció Jesucristo, que no volvería “hasta que claméis ¡Ven, Señor Jesús!” (Apc 22,20). Él, el Hombre Dios, nos lo ha advertido: “Rogad para que la huida no sea ni en invierno ni en sábado” (Mt 24,20). Roguemos.
ADVERTENCIA FINAL: Te advierto de que esto que te cuento no es invento mío, pues no soy profeta, sino una síntesis original a la que he llegado condensando libros, especialmente la Biblia, diversas apariciones marianas de los últimos siglos, entrevistas e informaciones en los medios de comunicación y con mucha observación y reflexión, además de ponerle mucha imaginación y osadía, tras muchos años de diálogo profundo y confrontación enriquecedora y constructiva con especialistas en el tema.