La Congregación General del Sínodo Especial de los Obispos para la Región Panamazónica ha presentado su borrador que debe cristalizar en el documento final de los trabajos realizados por los padres sinoidales en el Sínodo Amazónico.
El Relator General, Cardenal Claudio Hummes, Arzobispo Emérito de Sào Paulo y Presidente de la Red Eclesial Panamazónica (Repam), presentó este borrador del documento final de la Asamblea Especial para la Región Panamazónica en el Aula del Sínodo.
El texto, que recoge los frutos de las intervenciones presentadas durante los trabajos, pasará ahora a los Círculos Menores para la elaboración de los «modos colectivos».
El Sínodo Amazónico encara su recta final
Estas enmiendas – en los días miércoles y jueves – serán incluidas en el Documento Final por el Relator General y los Secretarios Especiales, con la ayuda de los Expertos. El texto será revisado por la Comisión para su edición y luego leído en el Aula el viernes por la tarde durante la 15ª Congregación General. Finalmente, el sábado por la tarde, en la 16ª Congregación General, se votará el Documento Final.
Durante la homilía de la apertura de la sesión, monseñor Miguel Cabrejos Vidarte, Arzobispo de Trujillo y Presidente del CELAM, instó a mirar el ejemplo de San Francisco y el «Cántico de las Criaturas». «Para Francisco -subrayó el prelado- la belleza no es una cuestión de estética, sino de amor, de fraternidad a toda costa, de gracia a toda costa».
El Santo de Asís -se escuchó en la homilía- «abraza a todas las criaturas con un amor y una devoción nunca antes vistos, hablándoles del Señor y exhortándolas a alabarlo. En este sentido, Francisco llega a ser el inventor del sentimiento medieval por la naturaleza”.
Conocer, reconocer y restituir -dijo el presidente del CELAM- son los verbos que marcan el «ritmo» del camino espiritual del Pobrecillo de Asís, es decir, conocer el Bien Supremo, reconocer sus beneficios y restituirle le la alabanza. Si para San Francisco, en efecto, el pecado es una apropiación «no sólo de la voluntad, sino también de los bienes» que el Señor obra en el ser humano, la alabanza, por el contrario, significa restitución. «El ser humano -dijo Monseñor Cabrejos Vidarte- no puede alabar a Dios como conviene, porque el pecado ha herido su filiación» con el Señor.