Ante el avance de la robotización en el mercado laboral, la Justicia ha empezado a marcar jurisprudencia en defensa de los trabajadores. Así ha sucedido en el Juzgado de lo Social número 10 de Las Palmas de Gran Canaria, donde se ha declarado improcedente la rescisión de contrato de una trabajadora de una empresa que fue despedida. La trabajadora, que desarrollaba tareas administrativas, llevaba 13 años trabajando en un hotel hasta que fue sustituida por un bot de gestión.
De profesión contable, la mujer estaba especializada en la gestión de cobros de la empresa. La dirección adquirió la licencia de un RPA, de la empresa Jidoka, para reemplazarla en su totalidad de funciones. La razón es que un RPA, acrónimo de Automatización Robótica de Procesos, se programa para que imite los movimientos del usuario humano para tareas repetitivas en el ordenador. Para la empresa, en cuanto a finanzas se refiere, le es totalmente beneficioso puesto que el sistema realiza los movimientos con gran rápidez y a un coste sensiblemente reducido.
La empleada, al igual que otros compañeros del departamento, recibió una carta de despido por razón de causas técnicas. El juez no acepta que el caso se ajuste a las «causas técnicas, organizativas y productivas» alegadas por la empresa para justificar el despido objetivo, y subraya que la reforma laboral aprobada en 2012 «no exime al empleador del deber de acreditar que real y efectivamente atraviesa por dificultades de cierta entidad para cuya superación es medida adecuada y razonable la extinción de contratos de trabajo». En este caso, la empresa alegó para justificar el despido objetivo informes de futuro sobre el desalentador panorama del sector en las islas, que nada probaban sobre su mala salud económica «en el momento de ordenar el despido».
Cuando la perfección es el problema
La razón no es más que la mejora de la eficiencia de la producción. Similar a los problemas de calidad del Fordismo, la fabricación en cadena automatizada tiene el problema de repetir en miles de unidades un mismo error, causando grandes pérdidas económicas. Japón es el segundo país del mundo (solo por detrás de Corea del Sur) con más robots trabajadores, unos 309.400. Sin embargo, la precisión de los autómatas no está librando a las compañías japonesas de errores en la producción. En 2008, Toyota tuvo que revisar más de 10.000 coches en Estados Unidos por un problema en la aceleración. El caso le valió además una severa multa por parte de la administración de ese país.
El presidente de Toyota, Mitsuru Kawail, lo explicaba con estas palabras a Bloomberg: “Cuando yo era un novato, había trabajadores con tanta experiencia que se les llamaba Kami-Sama (dioses). No había nada que no pudieran hacer. No podemos depender de máquinas que solo hacen la misma tarea repetitiva una y otra vez. Para convertirnos en maestros de las máquinas debemos adquirir la experiencia suficiente como para poder enseñar a esas máquinas.”