Dos webs de contenido pornográfico con sexo explícito, Pornoeducativo y Santa Mandanga, se promocionan como supuestos tutoriales de educación sexual para menores; y lo hacen sin filtros que bloqueen el acceso a los niños.
Los responsables de estas webs argumentan que los padres son libres de restringir el acceso de sus hijos menores mediante programas de control parental.
Sin embargo, lo cierto es que cualquier usuario de la red que quiera acceder, tenga más o menos de 18 años, puede hacerlo con absoluta facilidad. En Santa Mandanga, por ejemplo, el filtro se limita a un aviso al entrar para que el internauta especifique si es mayor de edad o no.
En ese sentido, hay que recordar que Reino Unido restringe el acceso a los menores que ven porno y cabría preguntarse por qué no lo hace España, donde los niños y adolescentes acceden a la pornografía a edades cada vez más tempranas.
“Te lo enseñamos todo”
El portal Pornoeducativo arranca con el siguiente reclamo: “te lo enseñamos todo”, y lo corroboran mostrando decenas de imágenes de prácticas sexuales en la portada, que poco favor hacen a la educación sexual.
Este portal se reivindica como “el primer proyecto educativo a nivel mundial de conocimientos y experiencias sexuales, enseñados de forma explícita y sin tabúes”.
Precisamente, entre los pretendidos valores que proclaman están la “apertura sin tabúes” y la “flexibilidad para que personas anónimas difundan sus experiencias sexuales empleando su propio lenguaje, alejado de tecnicismos y vocabulario científico”.
Estos son algunos de los tutoriales que ofrece Pornoeducativo: “nuestro teacher Johnny te enseña cómo se masturba”; “Pamela te muestra cómo poner un preservativo con la boca”; “así se hace una garganta profunda”; “practicar sexo anal”; o “introducción al trío”.
“Utilizamos cookies en vez de hostias sagradas”
Por su parte, en la web Santa Magdalena se jactan de que “utilizamos cookies en vez de hostias sagradas para mejorar tu experiencia”, y recurren a imágenes religiosas, ofensivas para los creyentes, para difundir todo tipo de propuestas de sexo no aptas para niños.
Hay tres secciones principales: “Tienda”, donde venden todo tipo de artilugios y juguetes para las prácticas sexuales; “Confesionario”, que ilustran con una imagen de una mano sosteniendo una Biblia, donde se publican “los relatos eróticos más eróticos”; y “Seminario de la Mandanga”, donde, utilizando una imagen de la Virgen, publican vídeos porno bajo titulares como “azotar con juguetes”, “introducción al trío” o “masturbación de penes”, entre los menos ‘hard’.
En otra sección, “Santa Insta”, se comprometen a publicar todo aquello que esté censurado en las redes sociales: “publicaremos todos aquellos post que Instagram ha censurado”.
“Somos la revolución sexual, sí, la de verdad. Estamos cansados de hablar sobre sexo sin mostrar nada, o peor aún, ¡a través de frutas y verduras! […] Crecemos y revolucionaremos lo establecido”, concluyen.
¡Es porno!, “de educativo no tiene nada”
Aunque estas webs se definan como educativas, pedagogos y sexólogos expertos en educación sexual las califican como pornográficas y alertan sobre la falta de filtros para restringir el acceso a los niños.
“Estos portales son páginas pornográficas, de educativo no tienen nada porque lo primero que ves al acceder a ellas es una tienda de productos eróticos y tienes que pagar dinero para acceder a determinados vídeos”, advierte Juan Antonio Planas, fundador y presidente honorífico de la Confederación de Organizaciones de Psicopedagogía y Orientación de España (Copoe), en declaraciones al diario ABC.
De la misma opinión es la presidenta de Copoe, Ana Cobos: “no tienen nada de educativo. Es sexo explícito, proporciona una visión del sexo muy basada en lo físico, en lo genital y es bastante cercano a porno”.
Por su parte, Héctor Galván Flórez, director clínico del centro de sexología Madrid, considera como psicólogo que “estas páginas no son educativas bajo ningún concepto, aunque así se hacen llamar. No solo están lejos de lo que se puede considerar educativo, sino que claramente son websites pornográficos”.
“Incluso Santa Mandanga es hasta ofensiva porque hay connotaciones a cuestiones religiosas que no deberían incluirse cuando hablamos de educación sexual”, añade.
“La pornografía está inundando a los niños”, advierte el fundador de Copoe. “La educación sexual de los menores la hacen más las páginas porno que la escuela, por lo tanto, es un fenómeno muy importante y un problema gordísimo”, afirma.
Por su parte, Galván considera que ver este tipo de contenidos “puede tener consecuencias negativas en los menores, porque si un niño o niña llega a este tipo de vídeos podría normalizar conductas sexuales que no son ni habituales ni adecuadas para su edad”.
Este experto considera que “podría generar, incluso en los adolescentes, desviaciones o trastornos de hipersexualidad, adicción sexual o conductas adictivas a la pornografía”.
Teniendo en cuenta que alrededor del 8% de los españoles sufre trastornos sexuales, Galván insiste en que “es más probable que aparezca en una persona cuando ha tenido acceso a esos contenidos de manera precoz porque todavía no tiene desarrollado el autocontrol”.
Por su parte, entre los defensores de este tipo de webs, la sexóloga Laura Montes las encuentra correctas: “es mejor que consulten eso que no el porno al uso que no explica nada y traslada unos patrones y una sexualidad que al final no es real”, a pesar de que algunos de los contenidos muestran imágenes que otros expertos califican de pornográficas.
Otras dos asociaciones, la Asociación Española de Psicología Sanitaria y la Asociación Española de Psicología Clínica Cognitivo Conductual, recomiendan Pornoeducativo.
Para Noemí Casquet, directora de Santa Mandanga, “vivimos en una sociedad en la que la sexualidad es tabú”, y le parece “poco lógico” que el sexo explícito solo lo puedan ver mayores de 18 años.
Sin embargo, Galván no está en absoluto de acuerdo con estos argumentos: “hoy en día nos encontramos con colegios que a los 12 años les enseñan a los niños cómo colocarse un preservativo con un pene de silicona”.
Consumo de porno a los 8 años
En cualquier caso, que los menores de edad puedan acceder a webs de contenido pornográfico se está convirtiendo en un serio problema, como advertía una información publicada este domingo, 8 de septiembre, en La Vanguardia con este titular: “el acceso al porno se adelanta a los 8 años”.
Aunque la edad media de iniciación es a los 14, una cuarta parte de los menores lo hace antes de los 13 y cada vez hay más que acceden a incluso con 8 años.
José Ramón Ubieto, profesor universitario y autor del libro Del padre al ipad. Familias y redes en la era digital, insiste en que “a partir de los diez u once empiezan a mirar activamente, sobre todo cuando llegan a Secundaria”.
El problema de fondo es la facilidad con que los niños pueden acceder a la red: el 85% de los menores de diez años accede a internet, y tres de cada cuatro adolescentes lo aprovechan para consumir pornografía y las aplicaciones de control parental no son suficientes por sí solas para evitarlo.
“Ayudan, pero es necesario la presencia directa y personalizada de los padres. […] La única forma de atenuar los posibles efectos nocivos –conductas machistas o prácticas sexuales de riesgo– es acompañarles en el uso de estas plataformas. Enseñarles a usarlas y charlar con ellos sobre el uso ético que se tiene que hacer”, concluye este experto.
Al respecto, hay que destacar la influencia del consumo de porno como motor de las agresiones sexuales, como afirma la asociación DaleUnaVuelta, que advierte de la adicción a la pornografía, en la que “el hombre es el que ejerce violencia sobre la mujer”.