En el tiempo de pocos días, dos tipos de manifestaciones muy distintas se han hecho presentes en las calles de Madrid. El día 8 fueron los feminismos de género, que se han apropiado del día Internacional de la Mujer, por incomparecencia de cualquier otra formulación. Es solo un sesgo histórico, de la misma manera que durante buena parte del siglo XX el marxismo monopolizó toda idea de justicia social, hasta su fracaso y colapso final, con una diferencia decisiva: el marxismo prosperó en Europa, con grandes partidos comunistas en Francia e Italia, e importantes en España y Portugal, pero sobre todo en lo que ahora llamamos el Sur Global, y entonces era el Tercer Mundo.
Ahora el feminismo de género es solo un producto europeo y norteamericano, con la excepción de México. En un momento determinado parecía que se era marxista o no eras nada. Hoy parece suceder algo parecido en el caso español, de una manera rotunda, con la ideología de género.
El 12 se manifestó otra presencia, la de los defensores de la vida. Las imágenes, testimonios, presencia y palabras de ambos eventos señalan dos proyectos distintos y contrapuestos para la sociedad, dos modos de vida.
Veamos sus diferencias:
Poder y disidencia. El 8M fue la manifestación del poder desde el poder. Nunca un acto de este tipo ha agrupado tantos ministros y altos cargos gubernamentales. La presencia era tan desproporcionaba que recordaba otras épocas. El 12M era la simple ciudadanía la que salía a la calle. Como máximo algún senador en ejercicio, más excepción exótica que regla.
Participación. Triunfo de la disidencia. El feminismo congregó, según los datos de la Delegación del Gobierno que, por descontado, da la interpretación más favorable, un total de 27.000 personas en dos manifestaciones paralelas, 17.000 de la más gubernamental y 10.000 del Movimiento Feminista de Madrid, gubernamental del PSOE, pero menos. La ciudadanía llevó a la calle, según la misma fuente, más bien partidaria de minimizar la cifra, of course, 23.000 personas. El acarreo gubernamental no dio para más, y se vio superado por la ciudadanía por la vida. En la exageración de la cifra, en eso sí, triunfaron los feminismos de género. Anunciaron 100.000 participantes, cuatro veces más que la cifra de la Delegación del Gobierno, mientras los provida se conformaron solo en multiplicar por dos.
Propaganda y ocultación. Todos los medios de comunicación escrita y las televisiones dedicaron amplios espacios y tiempo, y numerosas portadas a la ostentación del poder. Quedamos saturados de feminismos y manifestación. En esta tarea sobresalió, como ya sucedió el año pasado, La Vanguardia de Barcelona, que supera al portavoz oficial, “El País” (que tampoco contó nada) en afán feminista al dedicar a lo largo de una semana, cuatro y cinco páginas diarias a la cuestión, pero, claro, para compensar La Vanguardia no dedicó ni una línea a la manifestación del día doce. Lo dicho antes: poder y disidencia. La defensa de la vida es la piedra de toque que señala, por la censura que le aplican, a los servidores de los que mandan… medios de comunicación independientes, vaya.
División y Unidad. Los feminismos de género, haciendo honor al plural, se presentaron perfectamente divididos y antagónicos, no solo en dos manifestaciones distintas, sino que la oficial se dividía a su vez en otras dos: las del Poder-PSOE, y las del Poder-UP, que no solo no se mezclaron, sino que se dedicaron mutuos reproches en cánticos y alusiones. Los manifestantes provida, a pesar de pertenecer a innumerables organizaciones encauzadas, eso sí, por la Federación de Asociaciones Provida, fueron un modelo de unidad, cohesión y compañerismo.
Agresividad o respeto. Los gritos y cánticos de los manifestantes también presentaban dos formas de defender sus puntos de vista. La agresividad y la descalificación mutua entre feministas y hacia terceros, era la tónica, mientras la afirmación de la vida y el respeto era exclusiva de los provida. La señora que cobra por ser Secretaria de Estado en el Ministerio para la Igualdad, Pam para los compañeros, dio el tono al reproducir el ingenioso cántico de un grupo de manifestantes, que lamentaban que la madre de Abascal no hubiera abortado. Es toda una forma de entender la vida social y la democracia. Por el lado provida, ni una sola descalificación, mucho menos el insulto. Lo más fuerte escuchado: “viva la madre que te parió”. El respeto como norma, la propuesta como iniciativa, la celebración como estilo.
Sexo, familia y jóvenes. Las referencias sexuales, a la coyunda que no tiene enmienda y a sus órganos femeninos, constituye un fijo del feminismo actual, que tiene textos memorables desarrollando la sesuda tesis del derecho a usar leggins y a que no las miren. Tienen una verdadera fijación en estas cuestiones, que no son comunes a las mujeres. El feminismo de género es una cara más de una sociedad hipersexualizada. Su público es más bien homogéneo: mujeres, maduras, algunas de edad avanzada, también jóvenes sobre todo en UP, y escasos hombres (un cierto masoquismo es necesario para acudir, dado algunos de los eslóganes). Es una manifestación identitaria e ideológica. También en esto, el contraste es grande con quienes promueven una sociedad que acoja la vida en todas sus situaciones y estadios. Son una muestra real de la sociedad: hombres, mujeres, jóvenes -muchos jóvenes, muchos más que en el feminismo- y mayores, familias enteras, incluidos niños. Era toda una sociedad plural marchando por las calles con mucha alegría, jovialidad y animación.
Si un observador lejano que no conociera las cuestiones en liza tuviera quepresuponer donde está el futuro, tendría pocas dudas: dónde están la sociedad, los jóvenes, la alegría y la propuesta.
Por eso censuran y silencian, porque en la medida que la alegre verdad de la vida penetra por debajo de la puerta, la realidad se transforma.