El texto de Mc 10,2-12 nos relata sobre el divorcio. Parece que este texto no ha sido bien escudriñado en su contexto para sacar a la luz lo querido por Jesús.
Unos fariseos llegaron donde estaba Jesús para “ponerlo a prueba” (πειράζοντες gr. peirázontes) si era “permitido” (ἔξεστιν gr. exestin. También es propio, está bien) al marido “repudiar” (ἀπολῦσαι gr. apolusai También aliviar, soltar, perdonar) a su mujer. Jesús les responde con otra pregunta: ¿Qué les mando Moisés? Ellos respondieron que se le “permitió” (ἐπέτρεψεgr. Epétrepse) dar carta de “divorcio” (ἀποστασίου gr. apostasíou. Denota algo separador) y repudiarla.
Jesús les dijo una frase clave para poder entender el relato, la carta d divorcio se daba por su “dureza de corazón” (σκληροκαρδίαν sklerokardían También obstinación, Terquedad), sin embargo “desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra. Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre, y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre”.
El libro del Deuteronomio (24,1-6) al cual Jesús hace mención sobre Moisés dice lo siguiente sobre el divorcio: Si un hombre toma una mujer y se casa con ella, y resulta que esta mujer no halla gracia a sus ojos, porque descubre en ella algo que le desagrada, le redactará un libelo de repudio, se lo pondrá en su mano y la despedirá de su casa. Si después de salir y marcharse de casa de éste, se casa con otro hombre, y luego este otro hombre le cobra aversión, le redacta un libelo de repudio, lo pone en su mano y la despide de su casa (o bien, si llega a morir este otro hombre que se ha casado con ella), el primer marido que la repudió no podrá volver a tomarla por esposa después de haberse hecho ella impura. Pues sería una abominación a los ojos de Yahveh, y tú no debes hacer pecar a la tierra que Yahveh tu Dios te da en herencia. Si un hombre está recién casado, no saldrá a campaña ni se le impondrá compromiso alguno; quedará exento en su casa durante un año, para recrear a la mujer que ha tomado. Si se encuentra a un hombre que haya raptado a uno de sus hermanos, entre los israelitas – ya le haya hecho su esclavo o le haya vendido – ese ladrón debe morir. Harás desaparecer el mal de en medio de ti.
La Biblia de los Profesores de salamanca nos comenta lo siguiente al texto del Deuteronomio: “Esta práctica del repudio de la esposa era muy general en el antiguo Oriente. El deuteronomista procura aquí regular esta costumbre para evitar abusos. El derecho de repudiar se concede sólo al marido, conforme a las exigencias rudas del ambiente, que postergaba siempre los derechos de la mujer. En el siglo V antes de Cristo — según rezan los papiros de Elefantina — se otorgaba este derecho también a la mujer. Las causas del repudio en el Deuteronomio están muy vagamente expresadas y se prestan a muchos abusos. En efecto, se dice que, si el esposo notare en la mujer algo torpe (que es la traducción del άσχημον πράγμα de los LXX y el aliqua foeditas de la Vg), puede repudiarla. La palabra hebrea “erwah” parece que alude a algún defecto corporal infamante. En tiempos de Cristo, la escuela rabínica de Sammai lo interpretaba en el sentido de infidelidad conyugal, mientras que Hillel lo tomaba en sentido amplio, de forma que bastara que la mujer disgustara por cualquier cosa (por ejemplo, por haber dejado quemarse la comida), para poder repudiarla. Así, a Cristo le preguntan si es lícito repudiar a la mujer por cualquier causa, esperando que se decidiera por una de las dos escuelas, la laxista de Hillel o la rigorista de Sammai. Sin embargo, en el conjunto de la legislación mosaica parece que esa cosa torpe no es el adulterio, pues éste era penado con la lapidación. El contexto, pues, favorece la interpretación de que bastaba que no agradara ya la esposa al marido, para que la pudiera abandonar. Es una concesión a la dureza de corazón de los hebreos, según la expresión del Salvador.
Con todo, el legislador deuteronómico quiere evitar abusos, y así exige un libelo de repudio, o escrito que ha de ser entregado a la esposa como certificado de que se halla en libertad para unirse a otro como legítima esposa. Este documento, que la mayor parte de las veces requería la colaboración de un escriba o notario (porque eran muy pocos los que sabían leer), suponía, sin duda, que antes de redactarlo habría habido tiempo para calmar los ánimos y la reconciliación. Entre los nómadas de Transjordania, el marido debe pronunciar tres veces seguidas la fórmula talaqtuki (yo te he repudiado), y sólo tiene efecto después de tres días de espera. Es entonces cuando la repudiada tiene que volver a la casa paterna. Moisés impone una nueva cortapisa: el marido no puede volver a tomar la mujer repudiada, lo que le haría reflexionar más. En el código de Hammurabi se concede al marido derecho a repudiar a su esposa, si bien tiene que entregarle la dote (seriqtu)”.
Los discípulos estando en su casa le vuelven a preguntar sobre el tema a Jesús, parece que no les había quedado claro: “Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquélla; y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio”. La palabra adulterio “μοιχᾶται gr. moichatai” aparece 5 veces en el NT (Mt 5,32; Mt 19,9 2 veces; Mc10,11.12).
Actualización
En su momento Dios permitió el divorcio debido en ciertas circunstancias al pueblo de Israel, en Mc se habla de la “dureza del corazón”. La pregunta que hoy día habría que responder es si hemos avanzado hacia una civilización del amor, tal como lo había proyectado Dios desde el mismo comienzo de la creación, ¿Nuestro corazón se ha acercado más a Dios o se ha alejado? La respuesta no parece ser muy halagadora, el ser humano se ha convertido en un “destructor” de su propia raza, ya poco importa hoy día la fraternidad. Los periódicos están llenos todos los días de violencia, muerte y destrucción.
El corazón del hombre sigue endurecido, cada vez más se aleja de aquel que dio su vida en la cruz por cada uno de nosotros, parece que fue un sacrificio en vano, sin embargo siempre hay motivos para tener esperanza y seguir luchando para llevar el mensaje de salvación a todos.
El ideal querido por Dios desde el comienzo y que Jesús también lo cita en el texto de Mc es que el matrimonio sea indisoluble, que durara para siempre, lo mismo Dios pensó del mundo, que fuera un hogar donde reinara la paz y el amor, sin embargo vemos que en la práctica muchas veces no es así. Seguimos inmersos en la terquedad, en la obstinación por hacer las cosas a nuestra manera y no a la de Dios. Soy de los que opinan que en un matrimonio cuando ya se han agotado todas las vías por la reconciliación y el perdón, y la situación sigue igual o peor, lo mejor es rehacer la vida. Dios nos ha hecho para que seamos felices, no hemos venido al mundo a sufrir.
Muchos matrimonios sufren por ser atacados y echados a un lado en la Iglesia por haber vuelto a casarse, parece que hubiesen cometido el peor de los pecados. Son pocas las personas que hablan de la misión de la Iglesia por hacer matrimonios fuertes y sanos, se habla mucho y se hace poco, también la Iglesia es responsable por esos matrimonios en situación irregular, por no haber dado muchas veces consejería útil para sus vidas a través de una pastoral familiar bien planificada.
No soy de los que piensan que los divorciados vueltos a casar no deban comulgar, la misericordia de Dios es para todos cuando existe arrepentimiento. En Mc 9,42 Jesús habla de tener cuidado con ser “tropiezo” (σκανδαλίσῃ gr. skandalíse) con los más pequeños, con los humildes. Queriendo ser “dueños de la verdad” le cerramos el camino a muchos matrimonios que sufren, pero que también en su nuevo hogar son ejemplo vivo del amor de Dios.
4 Comentarios. Dejar nuevo
El autor es partidario de la comunión a un(a) separado(a) que se ha unido a otra pareja porque lleva vida ejemplar en su nueva unión. O sea, lo que la Iglesia había enseñado desde sus inicios hasta hace poco era un error. Había facetas de Dios que no se habían descubierto hasta ahora. ¡Pobres lo que creyeron en los anteriores Papas, obispos y sacerdotes, en los catecismos, en los catequistas! Vivieron engañados. Esto implica que la iglesia católica (con minúsculas) no es la verdadera. Porque la verdad nunca cambia, y las supuestas verdades ahora están cambiando.
«Los periódicos están llenos todos los días de violencia, muerte y destrucción.» Podrían estarlo, y mucho más, de sucesos muy positivos y buenos. Más ruido hace un árbol que cae que el crecimiento del bosque. «Soy de los que opinan que en un matrimonio cuando ya se han agotado todas las vías por la reconciliación y el perdón, y la situación sigue igual o peor, lo mejor es rehacer la vida. Dios nos ha hecho para que seamos felices, no hemos venido al mundo a sufrir.» El sufrimiento es parte esencial de nuestra vida, Jesús sufrió y le dio sentido. El autor se aleja del sentir del Evangelio.
Estimado colega: quien le dijo que los divorciados vueltos a casar sin haber obtenido la nulidad matrimonial de su vínculo religioso están apartados de la Iglesia? Ello no es verdad: son acogidos dentro de la comunidad cristiana, pueden hacer todo, rezar, estar en grupos, ayudar en la liturgia, lo único que no deben es comulgar sacramentalmente porque Jesús en los Evangelios es muy claro. Cuando en el sínodo un cardenal propuso volver a Moisés hizo un dislate impropio de un prelado. Es que acaso no somos cristianos? Jesús no es la plenitud de la revelación?.
Sí, claro, y al cónyuge abandonado que le den….