La sociedad, la vida política y los medios de comunicación, viven exhaustos y abducidos por la pandemia y la forma de afrontarla, sin reparar lo suficiente, que en realidad es todo el sistema social, su forma de entender la vida y la política, lo que está en crisis.
El dramático episodio que vivimos es solo una faceta de ella, dañina, demoledora, pero faceta. Pero no era necesario llegar a esta situación para advertir nuestras dificultades de fondo, las que se encuentran en la raíz de lo que nos ocurre y que se nos irán presentando en formas catastróficas distintas a lo largo del tiempo, si no nos preparamos.
La emergencia educativa que nos afecta desde mucho más tiempo atrás ya debía habernos advertido de la globalidad de nuestro problema, que surge por la incapacidad de resolver los grandes conflictos morales que nos conformamos con arrastrar.
Cuestiones que ya habían sido planteadas desde arranques distintos y diagnóstico semejantes por personas como Masaryck, Habermas, Ratzinguer, Bauman, MacIntyre y Charles Taylor, entre otros.
A partir de ellos y desde nuestro punto de vista, señalamos algunos de decisivos:
- La presencia de Dios y el papel que tiene la religión en el espacio público-político, y para el buen funcionamiento de la sociedad.
- El grado de respeto por la vida humana en sentido físico y en su dignidad, con independencia de quien sea y de cual sea su grado de autonomía.
- La relación entre fines y medios, y si es lícito o no que el mal de un medio sea asumido por la bondad del fin.
- La controversia sobre la sexualidad humana, su finalidad principal, las secundarias y la relación y equilibrio entre ellas. El lugar que ocupan determinados conceptos y hechos en el sistema moral cultura, educación y legislación, como la satisfacción de los instintos y deseos, el relativismo y el emotivismo. Es decir, la confusión del bien con la preferencia personal.
- La relación entre libertad y responsabilidad.
- La existencia o no de la verdad, que debe ser buscada como fin primordial de la vida privada y colectiva.
- El papel que otorgamos al deber y su relación con la autenticidad, así como la relación de esta última con la veracidad.
- La existencia de concepciones incompatibles de la justicia, como las ideas de “jornal justo” y “jornada justa”, y los argumentos a favor de que sea el mercado quien fije estas y otras cuestiones.
- El papel de la economía en relación con los fines del ser humano, los límites de la pobreza y desigualdad en la sociedad, la nuestra y la mundial.
- La ausencia de relación entre la economía real y la economía financiera.
- El papel de la tradición cultural y sus fuentes, las tradiciones, el derecho consuetudinario en nuestras leyes y la educación.
- El desprecio sistemático, público y privado, por el cultivo de las virtudes personales.
- El papel de la política en la búsqueda de la verdad, el bien y la belleza; la identificación de lo necesario y la consecución de la vida lograda.
- La construcción y definición de nuestro bien común entendido como las condiciones objetivas que hacen posible el mejor desarrollo personal y familiar como un fin estable que debe ser servido por los medios adecuados.
- La relación y equilibrio entre salud, necesidades humanas, cuya cobertura depende en buena medida de la economía, y el ejercicio de los derechos fundamentales.
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[…] de nuestros editoriales establecía 15 puntos que era necesario contemplar en este sentido, así como en mi blog La Guerra Cultural y […]