El pasado mes de marzo informábamos sobre algunos de los riesgos de los avances en robótica, entre ellos la “amenaza de sustitución” de los amigos, como advertía Cynthia Breazeal, ingeniera del MIT. Sin embargo, una de las cuestiones que más preocupa a la población es la amenaza de la robotización del empleo, es decir hasta qué punto la automatización de los puestos de trabajo va a llevar al paro a muchos trabajadores.
Es evidente que “innovaciones tecnológicas como la automatización y la digitalización impulsan el crecimiento de la productividad, aumentan los ingresos, generan nuevos empleos y, por consiguiente, pueden contribuir a mejorar la calidad de vida”.
Sin embargo, “¿reducirá este nuevo futuro laboral las brechas entre las personas o las incrementará?, ¿qué trabajadores serán reemplazados por robots y por artefactos de inteligencia artificial?, ¿cómo pueden los trabajadores adaptarse a la tecnología y aprovecharla?, ¿de qué manera tendrán lugar esos cambios en distintas regiones del mundo?”.
Esas son las preguntas que plantea un nuevo informe de la OCDE, que ayuda a entender cuál será el futuro escenario de la automatización del empleo en los países miembros de esta organización, entre ellos España, que es el que muestra una mayor brecha entre comunidades debida a la robotización de los puestos de trabajo.
En el estudio ‘Job Creation and Local Economic Development 2018’ (‘Creación de empleo y desarrollo económico local 2018’) se concluye, entre otras cuestiones, que “la variación geográfica del riesgo de automatización del empleo es notablemente alta en los 21 países con información disponible”.
En estudios previos de la OCDE se ha estimado que alrededor de 14% de los empleos en la zona de esta organización, en su conjunto, están bajo riesgo de automatización, mientras que otro 32% tiene probabilidades de experimentar cambios importantes.
Los dos extremos del riesgo: Noruega y Eslovaquia
Así, en el resumen en español del informe se insiste en que “los riesgos de automatización del trabajo varían mucho entre las diferentes regiones de los países”, por lo que en los próximos años todos los gobiernos afectados “tendrán que atender cualquier aumento de desigualdad laboral entre una zona y otra”.
El informe advierte de que el porcentaje de empleos en alto riesgo de robotización es especialmente preocupante en algunas regiones, como por ejemplo en Eslovaquia occidental (40%).
En el otro extremo, la zona que rodea Oslo, la capital de Noruega, tiene tan solo un 4% de riesgo de robotización de los puestos de trabajo, como se puede observar en el siguiente gráfico, reproducido a partir del estudio, que analiza 19 de los 36 países que conforman la OCDE, ordenados de mayor a menor riesgo.
La brecha regional del porcentaje de riesgo de robotización más alto y el más bajo en Noruega es relativamente pequeña (de unos tres puntos porcentuales), como se ve en el gráfico, mientras que la de Eslovaquia es de las más grandes (30% Bratislava y 40% Eslovaquia oeste).
También están en buena posición Finlandia, con un 5% en Helsinki y alrededor de un 8% en Finlandia este y norte; y Suecia, con porcentajes ligeramente más altos, entre el 6% y el 8%.
En cuanto a los más afectados por la robotización del empleo, tras Eslovaquia se sitúa Eslovenia, que muestra una brecha de cerca de cinco puntos porcentuales entre el este y el oeste; y le sigue Grecia, también por encima del 20% y con una distancia parecida entre Ática y Grecia central.
La brecha regional “también es alta en la República Eslovaca, la República Checa y Francia. La variación, que en parte refleja el hecho de que los sectores y los empleos más susceptibles a la automatización no están distribuidos equitativamente entre los países, se encuentra en su menor nivel en Canadá, con solo un punto porcentual entre las regiones con mayor y menor riesgo. Austria e Italia también muestran una desigualdad mucho menor que el promedio”, concreta el informe.
En España, la mayor brecha regional
Entre todos los países analizados, “el porcentaje de empleos en alto riesgo de automatización muestra la mayor variación en España, donde se registran 12 puntos porcentuales de diferencia entre las regiones con mayor y menor riesgo”, advierte el resumen del estudio.
Castilla-La Mancha es la zona que registra el menor porcentaje en el conjunto de las comunidades autónomas (15%), mientras en Murcia se detecta el mayor riesgo (27%), liderando así la clasificación mundial de brecha regional sobre esta cuestión.
Los puestos de trabajo que se crean en Aragón y Andalucía también están en el punto de mira de las ocupaciones con alto riesgo de automatización, mientras en Castilla y León y en Castilla-La Mancha sucede lo contrario: pierden empleos con bajo riesgo de robotización.
Los responsables del informe insisten en que, para enfrentar este desafío, los gobiernos deben basar sus actuaciones en la educación y la formación continua.
La necesaria calidad de empleo
“Una innovación tecnológica como la automatización puede impulsar el crecimiento de la productividad, generar nuevos empleos y contribuir a alcanzar mejores estándares de vida. Pero debemos prevenir cualquier aumento en las brechas regionales en empleo y calidad del empleo”, recomienda el Secretario General de la OCDE José Ángel Gurría.
“Nuestro principal interés deberá ser mejorar las competencias y la eficiencia de las empresas en todas las regiones”, añade.
En ese sentido, “se estudian sorprendentes diferencias en el acceso a la calidad del empleo en las diferentes regiones de los países de la OCDE. Las desigualdades regionales aumentaron en términos del número y la calidad de los nuevos empleos creados, el desempleo y el logro educativo”, señala el informe.
“En más de la mitad de las regiones la población en edad productiva bajó entre 2010 y 2016. Las ciudades y los pueblos siguen atrayendo a los trabajadores jóvenes a costa de las zonas rurales”, agrega.
Otra cuestión que plantea el informe es que “el porcentaje de personas con empleo temporal y de tiempo parcial también varía considerablemente entre las regiones de un mismo país. En naciones como Francia, Bélgica, Hungría, Italia, España o Grecia, la brecha entre las regiones supera los 10 puntos porcentuales”, advierte.
Un aspecto favorable que destaca el estudio es que, desde 2011, “el 60% de las regiones en los 21 países estudiados han creado más empleos con bajo riesgo de automatización que los empleos que perdieron en sectores con alto riesgo de automatización”.
“Las regiones con un menor porcentaje de empleos de bajo riesgo de automatización tienden a gozar de un alto nivel de urbanización, trabajadores con un alto nivel educativo y un fuerte sector de servicios comercializables”, añade.
En cualquier caso, “tanto los gobiernos centrales como las autoridades locales necesitarán conjugar la necesidad de favorecer la automatización para impulsar la productividad con la necesidad de gestionar las pérdidas de empleo que esto podría implicar, sobre todo en las regiones que ya ahora tienen un bajo nivel de crecimiento de la productividad y una alta tasa de desempleo”, concluye el resumen del informe.