Este día 15 de febrero El País publicaba un editorial “Aborto y natalidad”, que es un excelente ejemplo de un acto mendaz, es decir, engañoso, que miente, y como menos, que se equivoca, aunque sean los primeros conceptos los que mejor responden al sentido de la palabra.
Este periódico empieza insultando a quienes defendemos los derechos del ser humano concebido, llamándonos “retrógrados de extrema derecha”. Es una manifestación más del respeto que este periódico siente hacia los que no piensan igual. La suya es una visión de la democracia y los derechos restringida a quienes compartan sus puntos de vista. Es una vergüenza para la profesión que un diario editorialice en tales términos.
Lo que El País intenta declarar como verdad es realmente mendaz: “resulta peregrino establecer un vínculo entre la baja natalidad y el aborto, y es de una inconsistencia sorprendente” ¿Cómo demuestra el mendaz editorial tal aserto? Con palabras, parole, parole, Porque dice “la natalidad depende de muchos factores: su fomento solo puede basarse en una maternidad deseada, y los abortos son casi siempre la consecuencia de embarazos no deseados”. Claro, y lo que debería decirnos es cuánto vale este “casi”. Porque la realidad es que todo está dirigido a promover el aborto y a ir contra la maternidad. Enumeremos:
- La educación sexual pública solo presta atención a la anticoncepción, a cómo no quedar embarazada. Es la filosofía del “póntelo, pónselo” que reduce la posibilidad de ser madre al mismo enfoque que una enfermedad de trasmisión sexual.
- El aborto, al amparo ideológico del PSOE y el asentimiento servil del PP y la adhesión inquebrantable de Ciudadanos, se ha convertido en un pingüe negocio que permitió amasar buenas fortunas, como la del doctor Morin, hasta que le pilló el toro; uno de los escasos casos en que se ha conseguido llevar a un médico abortista a los tribunales. Las clínicas no están sujetas a ningún control ni inspección sobre el cumplimiento de la ley. No solo eso, la misma estadística oficial de los abortos parte de los datos sin verificar de las clínicas. Constituyen una república aparte que goza de notables inmunidades. Por ejemplo, a pesar de que abundan los pagos en metálico, nunca, jamás, en los más de 25 años de funcionamiento han recibido una sola inspección fiscal sectorial, como las que Hacienda somete al resto de humanos. Las clínicas promueven el aborto ocultando los riegos, especialmente, el más frecuente de todos los síndromes postaborto, una variante del estrés post traumático.
- El aborto está subvencionado por el estado, mientras que no existe ninguna ayuda para la madre que quiere tener el hijo. La teórica opción de elegir que en otros países tiene sentido aquí es un simple lo tomas o lo dejas: te regalamos el aborto, o tú ya te apañarás. No solo eso, las asociaciones privadas que se esfuerzan en ayudar a dichas madres son discriminadas en las ayudas públicas, precisamente por la tarea que realizan. Más incluso, existen servicios sociales, como los del Ayuntamiento de Barcelona que prohíben informar que existen este tipo de entidades.
- En la ideología oficial de la perspectiva y el feminismo de género, la maternidad es algo que no es digno de ninguna reivindicación. A pesar de que la academia y los estudios empíricos demuestran que la gran causa de la brecha salarial entre hombres y mujeres es la maternidad, nunca en sus programas, reivindicaciones ni propuestas han incorporado el abordaje de este problema -como tampoco lo hacen con la prostitución, pero este ya es todo otro tema. El resultado es que la maternidad es observada como una dificultad y no como la realización natural de la mayoría de las mujeres.
- Como resultado de todo ello, política de estado y cultura oficial, la maternidad se convierte en el más grave problema que tiene la mujer en su actividad y carrera laboral. Es discriminada si quiere ser madre, es postergada en cuanto lo es, no existen servicios que permitan conciliar ambas funciones.
- La maternidad, más allá de la vida profesional, más allá del hijo único, o como mucho de la parejita, es vista social y políticamente como un suicidio avalado por el maltrato económico a las familias numerosas. Hasta el extremo de que existen comunidades que, en la forma del cálculo de la renta de ayuda a la pobreza, en sus diversas modalidades y denominaciones, penalizan a partir del tercer hijo.
Para El País y el Estado el aborto es el dios ideológico, la maternidad una losa para la mujer y el ser humano engendrado es menos que un ficus, no es nada.
Pero además de esto ya nos hemos ocupado de la parte empírica de la cuestión que demuestra como el aborto incide sobre la natalidad y las pensiones y los ingresos del estado.
En realidad la demostración primera de ello fue publicada en la Revista Española de Investigaciones Sociológicas (REIS) en una fecha tan temprana como 1999: La Evolución reciente de la fecundidad y el embarazo en España. La influencia del aborto pero al mendaz los hechos no le importan porque del engaño hace profesión.
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1 Comentario. Dejar nuevo
“Derecho a matar”
Los colectivos abiertamente favorables al aborto, o a ese incongruente IVE, defienden ardorosamente el derecho de las mujeres para su práctica, en aplicación de la legalidad vigente. Pero es una evidencia biológica, científica, incontestable, que abortar es – en el caso de la especie humana- matar a un ser humano; aunque- ciertamente- aún no “persona” susceptible de defensa en el Código Penal. Y es por eso por lo que los defensores de la vida desde la concepción hasta su fin natural, afirmamos que “abortar es matar”, sin matices, sin “monjitas violadas”, ni fetos con minusvalía…
Sin embargo, aunque existe un consenso generalizado contra la pena de muerte, hay excepciones, que se recogen en todos los Códigos Penales.
A partir de la Constitución de 1978 se abolió la pena de muerte en España…con excepción de algunas causas militares, que nunca, afortunadamente, “tuvieron lugar”. Y, definitivamente, en 2009 se abolió “en cualquier circunstancia .
Pero, persiste ”una circunstancia” que justifica matar a un ser humano: se trata de la “defensa propia”, reconocida y aceptada por todos, aunque con estrictas condiciones de extrema necesidad… Y, entre ellas, existe una que los médicos conocemos bien: la eritoblastosis fetal.
Se trata de una enfermedad producida por la incompatibilidad del grupo sanguíneo del feto con el de la madre, con gravísimo riesgo para ambos en el embarazo. Sin entrar en las alternativas terapéuticas, la presencia de ese feto “abiertamente enemigo” de la madre puede -lícitamente-, inducirle a la defensa a ultranza, a liberarse de él, a destruirlo, a abortarlo…
Pues este legítimo derecho de la madre a la “defensa propia” lleva consigo, paradójicamente, la condena absoluta del aborto, en todas circunstancias, que no sean esa, la defensa propia. Porque la incompatibilidad de las sangres de la madre y del feto demuestran absolutamente que se trata de dos seres humanos absolutamente distintos, tanto a la madre como al padre, con el derecho a vivir siempre que no “ataque de muerte” a la madre.
Al margen de la innegable defensa propia, abortar es matar.
Carlos